jueves, 14 de octubre de 2010

A pesar de todo, Gracias Transantiago (Editado)

Aquí otro escrito rescatado de un blog muy antiguo que quedó al cuidado de una amiga muy cercana, y que le ha dado un muy buen uso, por lo que se puede decir que ese espacio ya es de ella.

-¡Rayos!- exclamé mientras el reloj más que darme la hora, me decía cuánto iba quedando para que la bomba no explotara. -Otra vez atrasado, y el profesor me cuelga-. Llegué al living, tomé las llaves, el celular, el bolso, el pase, el pendrive, las llaves, ¡¡¿¿las llaves??!! en mi bolsillo, verdad (¡uf!) cierro con llave mi departamento y me arrojo a toda velocidad por las escaleras. Corro al paradero de la esquina, y junto a otros tantos espero la micro con el pase en la mano.

Mientras esperaba, trataba de organizar mi dia mentalmente: Primero ir a la universidad, luego pasar al taller a recoger el auto, luego pasar a falabella a pagar, ahí mismo comprarle algo a la Nicole (un año menor que yo, hoy de cumpleaños, amiga íntima) entre eso almorzar, de ahí juntarme con la Pía para pedirle su código civil...








Llegó la micro. Fue como un respiro. El grupo de gente abordó la micro empujándose, y a mi no me quedó elección. No podía quedarme abajo.


El viaje fue asqueroso. Apretado, incómodo, y mas encima un borrachin que dormía en uno de los asientos (lo mas seguro que de regreso a casa) había vomitado en el suelo,y seguía durmiendo. Puedo resumirles mi sensación de asco como "las ventanas son muy pequeñas".

Para alivio de mi estómago, llegamos al Metro. Logré bajar de la máquina, la cual continuó su camino. Bajé al Metro, a volver a apretarme con los demás pasajeros. No sé qué sucedió, pero el validador me volvió a cobrar el pasaje estudiante.

Bajé al andén, logré abordar el primer tren que llegó, pero a la vez quedé muy apretado, junto a los ya molestos pasajeros.



A esa altura el viaje fue otra cosa: Logré ver mi reloj y me dio una luz de esperanza. Podría llegar a la hora, calculando los tiempos, pero tendría que volar de la estación a la universidad.




Apenas se abrieron las puertas en la estacion de mi universidad, corrí por el andén, el cual estaba atestado de gente. Subí de a dos los peldaños de la escalera, salí a la superficie, al cruzar por poco me atropellan, llegué jadeando a la puerta de la sala mientras el profesor la cerraba.

-8:25, 10 minutos tarde. Y conste que esperé 10 minutos-. Y sin más cerró la puerta dejándome fuera. Una ola de sentimientos me inundó. Era cercano al enojo (por haber corrido tanto) y pena (porque a pesar de todo no logré entrar y salvar el ramo) Salí de la facultad como a quien le detectan un cáncer, o le informan que ha perdido todo. Y lo peor, es que la Pia ya estaba en clases. Mas que nunca necesitaba una cara amiga.




Tomé mis sentimientos, y me dirigí al café que queda cerca de la facultad. Me senté en una mesa para dos personas, pedí un café y puse la cabeza entre las manos. Todo perdió sentido para mi. Una voz femenina me sacó de mi túnel.


-Disculpa, ¿estudias ciencias criminalísticas?-

La miré de arriba a abajo, aún en mi nebulosa: Delgada, al parecer un año menor que yo, un poco tímida pero muy linda. Su voz volvió a sacarme de mis pensamientos.

-Se te cayó el pase, traté de seguirte para devolvértelo, pero no logré alcanzarte y te seguí hasta perderte. Luego te vi entrar a este café, por lo que yo...- dejé de escucharla. Quedé pasmado. Algo tenía esta chica que nunca habia visto antes. Algo distinto, algo bueno, algo reconfortante para ese momento, algo.. Lindo. me entregó el pase.

-Bueno, regreso a mi mesa- Dijo con una sonrisa.

-Muchas gracias- Le respondí. Tomó su bolso y su diario y se sentó unas mesas mas allá. Abrió su diario, y empezó a hojearlo.
-Disculpa..- Ahora fui yo quien se acercó con timidez pero con la confianza de quien sabe lo que hace -¿Esperas a alguien?- Ella levantó la vista del periódico.
-No, a nadie, siéntate..- Estaba nerviosa, después sabría el por qué...
Ese fue el inicio de nuestra historia. Todo empezó como un mal día, pero le agradezco al Transantiago el haber llegado tarde, ya que si no fuera por el apuro, no habría perdido el pase, no habría llegado tarde a clases para no entrar y conocer a esta chica. Llevamos 5 meses de una linda relación. Se llama Nicole, tiene un gato, también vive sola, estudia medicina, y efectivamente, es un año menor que yo.
La forma en la cual la conocí, fue tan poco convencional como la forma en la cual la perdí: Una noche fue atropellada mientras trataba de ayudar a un conductor que chocó con un árbol cerca de su departamento. Atropellada, por un ex-conductor del Transantiago, el cual había sido despedido por conducción negligente. estaba a 15 dias de titularse como doctora (mi doctora personal, como me gustaba decirle)
Referente al ramo, esa vez me lo eché. Pero esta chica me ayudó a aprobar el ramo más dificil de todos, el de vivir la vida, no pasar por ella. A pesar de su timidez ella se acercó a mi en el café, a pesar de mi gran derrota, me acerqué a ella en el café.
Cada vez que salgo a un rescate, sé que va arriba del carro conmigo, y me cuida paso a paso que doy. Vivo mi vida como me gusta, al igual que ella, con la diferencia que ella definitivamente la perdió.
Siento que cada persona que rescato me acerca más a ella, por que regresará a mi, ¿verdad?
Volveremos a vernos algún dia, lo sé...
A pesar de todo, gracias Transantiago....
 
-> Dedicado a quienes arriesgan su vida en ayudar a los demás, y a sus familias y amigos, quienes arriesgan a un ser querido al permitirles cumplir con su vocación.
 
....Y a quienes viven la vida, no pasan por ella.
 
 
 
 

Escrito y publicado el sábado 19 de mayo de 2007. Texto original

1 comentario:

Anat dijo...

Puta!
La verdad este es tu mejor texto de la vida según yo.
Cuantas veces lloré por el? El mismo numero de veces que lo leí.
Hoy no lloraré por lo que no lo volví a leer.
Beso
Jor
PD: Es verdad, ahora mas de la mitad de los post de viviendoalerta son míos.